El fracaso estructural del capitalismo estadounidense: ¿por qué el capital ya no invierte, solo ama prestar?

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Título original: “Las Consecuencias Estructurales para el Crecimiento”

Autor: arndxt, KOL de criptomonedas

Compilado por: Luke, Mars Finance

El mercado no se autocorrige. El gobierno se convierte una vez más en parte de la función de producción.

El final no es un colapso, sino un declive controlado: un sistema financiero que sobrevive gracias a la liquidez reflexiva y a los andamiajes de políticas, en lugar de la reinversión productiva.

La economía de EE. UU. está entrando en una era de “capitalismo gestionado” (managed capitalism): el capital está retrocediendo, la deuda domina, las políticas son el nuevo motor de crecimiento y las finanzas se han convertido en la economía misma.

El crecimiento nominal puede ser creado, pero la verdadera productividad requiere reconstruir la conexión entre capital, mano de obra e innovación. Sin esto, el sistema se mantiene, pero ya no genera compuestos.

  1. Transformación estructural de la formación de capital

El mercado de capitales, que solía ser el motor central del capitalismo estadounidense, ahora ha fallado sistemáticamente, siendo incapaz de proporcionar capital accesible a muchas empresas estadounidenses. Como resultado, el capital se ha trasladado masivamente al crédito privado, que ahora se ha convertido en el asignador de capital de facto en el mercado medio y en los sectores intensivos en capital.

La emisión de capital público (Public equity issuance) sigue en un mínimo de décadas, mientras que el tamaño de la gestión de activos de la deuda privada (AUM) ha superado los 1.7 billones de dólares, lo cual es un reflejo del ciclo tardío de la financiarización. Las empresas están cada vez más inclinadas hacia la deuda en lugar de la equidad, no porque tengan mejor crédito, sino porque la estructura del mercado público se ha roto: baja liquidez, concentración de inversiones pasivas y múltiplos de valoración punitivos para modelos de activos pesados (asset-heavy models) han hecho que la salida a bolsa sea económicamente poco viable.

Esto ha creado un ciclo de incentivos distorsionado: nadie quiere el balance. Los modelos de negocio de activos ligeros y de extracción de renta dominan el marco de valoración, mientras que la innovación intensiva en capital anhela financiamiento de capital. Mientras tanto, el crédito privado ha aceptado el modelo de «captura de activos»: los prestamistas ganan de cualquier manera: ya sea ganando un alto diferencial cuando el proyecto tiene éxito, o apoderándose de activos duros cuando el proyecto enfrenta dificultades.

  1. La era de la financiarización

Esta tendencia es la cúspide de un experimento de “hiper-financialización” que ha durado cuarenta años. Debido a que las tasas de interés han estado estructuralmente por debajo de la tasa de crecimiento durante mucho tiempo, los inversores no persiguen rendimientos a través de inversiones productivas, sino a través de la valorización de activos financieros y la expansión del apalancamiento.

Consecuencias principales:

Las familias utilizan el aumento constante del valor de los activos para compensar el estancamiento del crecimiento salarial.

La empresa prioriza a los accionistas, subcontrata la producción y persigue la ingeniería financiera.

El crecimiento de la economía está desvinculado de la productividad, dependiendo de la inflación de activos para mantener la demanda.

Esta dinámica de “deuda sin uso productivo” ha despojado a la base industrial nacional y ha creado una economía optimizada para los retornos de capital en lugar de los retornos al trabajo.

  1. Efecto de desplazamiento y reflexividad del crédito

El sistema fiscal en la era posterior a la pandemia ha exacerbado este problema. La emisión de deuda soberana en niveles récord ha “desplazado” (crowded out) a los prestatarios privados en el mercado de crédito público, dirigiendo el capital hacia estructuras de préstamos privados.

Los fondos de crédito privado ahora fijan los precios de los préstamos en función de un diferencial público artificialmente comprimido, lo que crea un ciclo de retroalimentación reflexivo:

La emisión pública disminuye → Compradores mandatados persiguen una oferta limitada de altos rendimientos → Se estrechan los márgenes → Re-pricing del crédito privado (más bajo) → Más emisiones se dirigen a colocaciones privadas → Se refuerza el ciclo.

Al mismo tiempo, las garantías implícitas de la Reserva Federal sobre el crédito empresarial desde 2020 han distorsionado el valor informativo del diferencial de tasas. El riesgo de incumplimiento ya no es valorado por el mercado, sino gestionado por políticas.

  1. El problema de la inversión pasiva

El auge de la inversión pasiva ha socavado aún más el descubrimiento de precios. Los flujos de fondos basados en índices han dominado el volumen de transacciones de acciones, concentrando la propiedad en manos de unos pocos gestores de billones, cuyos mecanismos de incentivos son homogéneos y están sujetos a un índice de referencia (benchmark-bound).

El resultado es:

Las empresas que cotizan en bolsa con pequeña y mediana capitalización sufren de una escasez estructural de liquidez.

El alcance de la investigación de acciones se ha derrumbado.

El mercado de IPO se ha reducido, siendo reemplazado por rondas de financiación privada posteriores (rondas F, G, etc.), a las que los inversores públicos no pueden participar.

La amplitud y la vitalidad del mercado han sido reemplazadas por el monopolio de unos pocos y la liquidez algorítmica, lo que genera agrupaciones de volatilidad cuando hay un giro en el flujo de fondos.

  1. Innovación por compresión

La homogeneización financiera también se refleja en la economía real. Un sistema capitalista saludable necesita mecanismos de incentivos heterogéneos: los empresarios, prestamistas e inversores persiguen diferentes objetivos y horizontes de tiempo. Sin embargo, la estructura del mercado actual ha comprimido la asunción de riesgos a una única dimensión: la maximización de beneficios bajo restricciones de riesgo.

A lo largo de la historia, la innovación ha florecido en lugares donde se entrelazan industrias y estructuras de capital diversas. Hoy en día, este ecosistema se está desmoronando, “todos prestan, nadie invierte”, lo que está reduciendo la “innovación accidental” (serendipitous innovation) y el crecimiento de la productividad a largo plazo.

  1. La necesidad de nuevas políticas industriales

A medida que esta estructura erosiona el potencial de crecimiento orgánico, el estado está volviendo a convertirse en un actor económico principal. Desde la Ley de Chips (CHIPS Act) hasta los subsidios verdes, la política industrial fiscal se está utilizando para compensar los fracasos en la formación de capital privado.

Esto representa una parte de la inversión del modelo chino-estadounidense: Estados Unidos ahora utiliza asociaciones público-privadas (PPP) específicas para reanclar la cadena de suministro y crear un crecimiento nominal, mientras que China utiliza el exceso de energía y la manufactura para mantener su dominio global.

Sin embargo, la ejecución en Estados Unidos sigue siendo desigual, sujeta a restricciones políticas, ineficiente en el uso de recursos y con una distribución geográfica inadecuada (por ejemplo, la construcción de fábricas de semiconductores en el árido estado de Arizona). A pesar de esto, este cambio filosófico es decisivo.

  1. Contrato social y reflejo político

Las consecuencias de 40 años de optimización financiera son evidentes en la enorme brecha entre la riqueza de los activos y los ingresos salariales. La vivienda y las acciones ahora representan una proporción histórica del PIB, mientras que los salarios reales se han estancado.

Si no hay una redistribución de oportunidades—no a través de transferencias, sino a través de la propiedad—la estabilidad política se verá erosionada. Desde los aranceles hasta el nacionalismo industrial, el surgimiento de movimientos populistas y proteccionistas es un síntoma de la desposesión económica. Estados Unidos tampoco puede escapar, está liderando este experimento.

  1. Perspectivas: estancamiento, capitalismo estatal y crecimiento selectivo

Este (nota: se refiere al sistema actual) no es un único “momento de Minsky”, sino que implica una erosión gradual: menores rendimientos reales, una “descapitalización” lenta y fluctuaciones ocasionales gestionadas a través de intervenciones políticas.

Temas clave a tener en cuenta:

La posición dominante del crédito público: a medida que el déficit persiste, el “efecto de desplazamiento” continuará.

Re-ontologización industrial: el gobierno impulsa el crecimiento nominal a través de subsidios.

Saturación del crédito privado: eventualmente aparecerá una compresión del margen de ganancias y defaults idiosincráticos.

Estancamiento de capital: a medida que el capital persigue la certeza en lugar del crecimiento, se producirá una compresión del múltiplo de valoración que durará hasta diez años.

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