¿Alguna vez has oído hablar del metal más caro del planeta? Yo quedé impactado cuando descubrí que el rodio alcanzó los 28.775 dólares por onza en 2023, ¡diez veces más que el oro! Este metal precioso está revolucionando mercados y despertando codicia a nivel mundial.
Me fascina cómo este elemento, tan escaso y brillante, se ha convertido en pieza clave para industrias de lujo y tecnologías verdes. Mientras el oro se mantenía en 1.800 dólares, el rodio se disparaba a niveles estratosféricos, y aunque ha fluctuado, sigue valiendo más del doble que el metal dorado.
Su brillo inigualable y resistencia a la corrosión lo hacen perfecto para joyería exclusiva, pero lo que realmente me sorprende es su papel en la industria automotriz, donde ayuda a reducir emisiones contaminantes. ¡Quién diría que algo tan costoso podría contribuir al medio ambiente!
El problema es su extrema rareza: apenas 0,001 gramos por tonelada de roca. No existen minas específicas para extraerlo, sino que aparece como subproducto al buscar platino o paladio. Sudáfrica domina su producción mundial, aunque también se han identificado yacimientos en Latinoamérica.
Personalmente, me pregunto si deberíamos celebrar o preocuparnos por estos metales ultracaros. ¿Estamos ante otro recurso que generará desigualdad y explotación? ¿O será clave para un futuro más sostenible? Lo cierto es que el rodio seguirá siendo objeto de deseo mientras su escasez y utilidad persistan.
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El rodio: el tesoro metálico que supera diez veces al oro y se esconde en Latinoamérica
¿Alguna vez has oído hablar del metal más caro del planeta? Yo quedé impactado cuando descubrí que el rodio alcanzó los 28.775 dólares por onza en 2023, ¡diez veces más que el oro! Este metal precioso está revolucionando mercados y despertando codicia a nivel mundial.
Me fascina cómo este elemento, tan escaso y brillante, se ha convertido en pieza clave para industrias de lujo y tecnologías verdes. Mientras el oro se mantenía en 1.800 dólares, el rodio se disparaba a niveles estratosféricos, y aunque ha fluctuado, sigue valiendo más del doble que el metal dorado.
Su brillo inigualable y resistencia a la corrosión lo hacen perfecto para joyería exclusiva, pero lo que realmente me sorprende es su papel en la industria automotriz, donde ayuda a reducir emisiones contaminantes. ¡Quién diría que algo tan costoso podría contribuir al medio ambiente!
El problema es su extrema rareza: apenas 0,001 gramos por tonelada de roca. No existen minas específicas para extraerlo, sino que aparece como subproducto al buscar platino o paladio. Sudáfrica domina su producción mundial, aunque también se han identificado yacimientos en Latinoamérica.
Personalmente, me pregunto si deberíamos celebrar o preocuparnos por estos metales ultracaros. ¿Estamos ante otro recurso que generará desigualdad y explotación? ¿O será clave para un futuro más sostenible? Lo cierto es que el rodio seguirá siendo objeto de deseo mientras su escasez y utilidad persistan.