La ley de Gresham y su relación con las criptomonedas

La ley de Gresham, un antiguo principio económico, sigue ejerciendo una influencia notable en nuestros sistemas monetarios actuales. Este concepto establece que cuando coexisten dos formas de dinero, tendemos a gastar la que consideramos menos valiosa y acumular la que percibimos como más valiosa. O dicho de manera más sencilla: “el dinero malo expulsa al bueno”.

Aunque no fue su creador, Sir Thomas Gresham, financiero inglés del siglo XVI y consejero de la reina Isabel I, popularizó esta idea. Históricamente, esto se manifestaba cuando monedas degradadas o falsificadas circulaban mientras las valiosas desaparecían del mercado.

En el mundo cripto, esta dinámica se reproduce claramente. Personalmente he observado cómo mantenemos Bitcoin esperando su apreciación, mientras gastamos monedas estables en transacciones cotidianas. Las criptomonedas volátiles se reservan para inversiones especulativas, mientras que las estables se utilizan para pagos diarios.

Bitcoin, por su escasez y adopción generalizada, funciona como el “oro digital” que muchos atesoramos como protección contra la inflación. Me resulta fascinante cómo reproducimos comportamientos económicos centenarios con tecnologías tan revolucionarias.

La competencia entre criptomonedas y dinero tradicional también refleja este principio. ¿Quién no ha preferido gastar dólares mientras guarda sus Bitcoin? Sabemos que el dólar se erosiona con la inflación, mientras que las criptos podrían multiplicar su valor.

Sin embargo, esta ley tiene limitaciones evidentes. Presupone tipos de cambio estables cuando, en realidad, las criptomonedas experimentan fluctuaciones brutales. Además, las intervenciones gubernamentales distorsionan estos comportamientos “naturales” mediante prohibiciones y regulaciones, como hemos visto en ciertos países asiáticos.

Factores psicológicos también entran en juego. Las generaciones mayores mantienen una conexión emocional con el dinero tradicional que desafía la pura lógica económica de Gresham. Y la extrema volatilidad de algunas criptomonedas complica distinguir entre “dinero bueno” y “dinero malo”.

La evolución de los sistemas de pago y las innovaciones fintech exigen una comprensión más sofisticada de estos principios económicos en nuestro mundo digital.