BCE impulsa el euro digital entre preocupaciones por la privacidad y riesgos bancarios

El Banco Central Europeo está intensificando sus esfuerzos para introducir un euro digital, enfrentando resistencia de legisladores de la Unión Europea por cuestiones de privacidad y posibles impactos en la banca comercial. Personalmente, veo esto como otro intento de control financiero centralizado disfrazado de innovación.

El miembro de la junta del BCE, Piero Cipollone, defendió ante un comité parlamentario económico que un euro digital garantizaría acceso universal a métodos de pago digitales, incluso durante interrupciones importantes. Suena bonito en teoría, pero ¿a qué costo para nuestra libertad financiera?

Algunos parlamentarios expresaron dudas legítimas sobre la capacidad de esta moneda digital para proteger la privacidad de los usuarios y la posibilidad de que las cuentas respaldadas por el banco central puedan socavar al sector bancario privado. No son preocupaciones menores.

La legislación para esta moneda digital ha estado en consideración desde 2023, con retrasos por preocupaciones políticas y las elecciones de 2024. Cipollone destacó que los sistemas europeos de pago digital dependen de proveedores no europeos, lo que podría limitar la respuesta ante crisis. Propuso el euro digital como plan de contingencia para ciberataques, señalando esfuerzos similares en EE.UU.

A pesar de sus garantías, los legisladores expresaron inquietudes sobre la privacidad y el riesgo de que los ciudadanos prefieran al BCE sobre los bancos comerciales. Cipollone insistió en que el banco central no tendría acceso a información sobre pagadores y beneficiarios, y que una solución offline preservaría la privacidad similar al efectivo. Promesas que he escuchado antes.

Pierre Pimpie, del grupo euroescéptico Patriotas por Europa, advirtió que las cuentas bancarias privadas podrían vaciarse debido al euro digital y criticó el control del BCE sobre los límites de las cuentas de usuarios. Cipollone respondió que el límite se determinaría mediante análisis riguroso, sugiriendo que en una crisis, las empresas podrían recurrir rápidamente a stablecoins en otras monedas.

El BCE prevé que la legislación se promulgue para el segundo trimestre de 2026. Si todo va según lo planeado, podríamos ver un lanzamiento hacia 2029, aunque me pregunto si para entonces ya habremos encontrado alternativas descentralizadas más atractivas que esta propuesta de control centralizado.