Las personas deberían tener su propia personalidad y opiniones, vivir de acuerdo con su verdadero ser, esa es la condición más natural. Sin embargo, en la realidad, la mayoría de las personas no son así. Para ganarse la vida, mantener relaciones y estatus, han aprendido a ocultar, complacer y comprometerse, poco a poco se han puesto máscaras para desempeñar los roles que la sociedad espera ver. Así, cada yo vibrante se convierte en otro aplastado. En realidad, todos tienen personalidad, solo que algunas personas deben reprimirla. Cuando la capacidad es insuficiente, solo se puede someter al entorno; pero cuando una persona es lo suficientemente fuerte, no necesita complacer a nadie ni disfrazarse. Puede ser fiel a sus propias ideas y vivir a su manera. Por lo tanto, las personas que parecen tener personalidad no son extrañas, simplemente son más libres. El progreso de la sociedad a menudo proviene de aquellos que se niegan a actuar. Si todos solo se adaptan a las reglas, el mundo no avanzará. La felicidad es similar, no se trata de complacer a todos, sino de ser fiel a uno mismo. Quienes realmente viven con claridad no se preocupan por las máscaras, sino por la autenticidad; no actúan como otros, sino que viven como ellos mismos.
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Las personas deberían tener su propia personalidad y opiniones, vivir de acuerdo con su verdadero ser, esa es la condición más natural. Sin embargo, en la realidad, la mayoría de las personas no son así. Para ganarse la vida, mantener relaciones y estatus, han aprendido a ocultar, complacer y comprometerse, poco a poco se han puesto máscaras para desempeñar los roles que la sociedad espera ver. Así, cada yo vibrante se convierte en otro aplastado. En realidad, todos tienen personalidad, solo que algunas personas deben reprimirla. Cuando la capacidad es insuficiente, solo se puede someter al entorno; pero cuando una persona es lo suficientemente fuerte, no necesita complacer a nadie ni disfrazarse. Puede ser fiel a sus propias ideas y vivir a su manera. Por lo tanto, las personas que parecen tener personalidad no son extrañas, simplemente son más libres. El progreso de la sociedad a menudo proviene de aquellos que se niegan a actuar. Si todos solo se adaptan a las reglas, el mundo no avanzará. La felicidad es similar, no se trata de complacer a todos, sino de ser fiel a uno mismo. Quienes realmente viven con claridad no se preocupan por las máscaras, sino por la autenticidad; no actúan como otros, sino que viven como ellos mismos.