El auge de las exportaciones de China oculta una débil economía interna antes de una crucial reunión del partido.

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La economía de China probablemente creció solo un 4.7% en el tercer trimestre, marcando su ritmo más lento en un año, ya que la debilidad en las ventas minoristas, la inversión y la producción industrial compensó las exportaciones récord. A pesar de un superávit comercial de bienes de $875 mil millones, los economistas advierten que el motor interno de crecimiento está fallando, exponiendo los límites de la dependencia de Pekín de la demanda externa.

Las fábricas han mantenido los envíos al extranjero en niveles récord, pero los consumidores chinos siguen siendo cautelosos. Las ventas minoristas solo aumentaron un 3% en septiembre, mientras que la producción industrial creció un 5%, ambas las lecturas más débiles de este año. La inversión en activos fijos se mantuvo plana, arrastrada por la prolongada caída del sector inmobiliario y el decreciente sentimiento manufacturero.

El endeudamiento del gobierno ha aumentado, pero gran parte del estímulo se ha dirigido a la infraestructura en lugar de a los ingresos de los hogares, ofreciendo un apoyo limitado al consumo interno. Mientras tanto, la inversión extranjera directa cayó casi un 13% en los primeros ocho meses de 2025, ya que las empresas extranjeras redujeron su exposición en medio de las tensiones comerciales y las perspectivas de crecimiento más débiles.

La desaceleración se produce apenas unos días antes del Cuarto Pleno del Partido Comunista, donde los líderes establecerán las prioridades económicas hasta 2030. Los analistas esperan que la reunión enfatice el objetivo de crecimiento liderado por el consumo que ha sido postergado durante mucho tiempo. Como señaló Chang Shu, Economista Jefe de Asia en Bloomberg Economics, “Los viejos motores de crecimiento como la propiedad y la industria pesada ya no son suficientes, China está enfrentando una transición más profunda.”

El FMI proyecta un crecimiento del 4.8% en 2025, disminuyendo al 4.2% en 2026, y ha instado a Pekín a aumentar el gasto de los hogares y frenar los subsidios industriales para reducir los desequilibrios. Advirtió que China corre el riesgo de caer en un ciclo de deuda-deflación si el gobierno no logra reequilibrar hacia una actividad impulsada por el consumo.

La desaceleración de China se produce en un momento global sensible. Con EE. UU. endureciendo aranceles y Europa luchando contra la inflación y los choques energéticos, una economía china más débil amenaza con ejercer más presión sobre el comercio global en 2026.

A medida que los funcionarios se reúnen en Pekín esta semana, el mensaje es claro: el motor de exportación de China sigue siendo poderoso, pero sin una demanda interna más fuerte, mantener el impulso en la segunda economía más grande del mundo será cada vez más difícil.

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